¿Qué pasaría en una clase si entrara una jirafa?
Centraría la atención de todo el alumnado y dispersaría la atención del profesor o profesora que estuviera explicando.
“La jirafa despertaría simplemente curiosidad, uno de los ingredientes básicos de la emoción. La curiosidad, lo que es diferente y sobresale en el entorno, enciende la emoción. Y con ella, con la emoción, se abren las ventanas de la atención, foco necesario para la creación del conocimiento”.
Así comienza Francisco Mora, el capítulo 7 (p.73) de su libro Neuroeducación.